Debe incorporar todo el conjunto de técnicas cognitivas y conductuales que sepan modificar los patrones de reforzamiento de conductas violentas existentes en la vida del / de la joven. Este será el primer paso, y debe ser conjunto con el de los progenitores, ya que son quienes proporcionan las contingencias a su conducta y, por tanto, la mantienen. También debemos intervenir necesariamente a nivel cognitivo para modificar creencias erróneas y sistemáticas sobre la función de los padres y de los/as hijos/as, los derechos y obligaciones de cada uno, etcétera. Esta labor debe realizarse desde la terapia cognitiva, sobre todo combatiendo pensamientos irracionales.
En segundo lugar, y una vez conseguida esta modificación cognitiva, deberemos ser capaces de aplicar técnicas de marcado carácter conductual con el objetivo principal de controlar la ira del hijo/a, ya que, el escaso control emocional debe ser la primera conducta a corregir. (…)
Al explicar las diferentes técnicas cognitivo-conductuales a utilizar en la intervención, quedan determinados los objetivos de la misma:
- Autocontrol y control de la Ira. Sus objetivos son enseñar a:
- Detenerse y pensar antes de actuar,
- Tener en cuenta las consecuencias de su comportamiento
- Utilizar técnicas cognitivas (de pensamiento) para lograr el control sobre su propia conducta y emociones.
- Meta-cognición. Su objetivo es enseñar a sintonizar y valorar críticamente el pensamiento propio. Así como, a utilizar la reflexión y el razonamiento para que gobiernen sus sentimientos y su conducta, para poder ayudarle a controlar el ambiente (Garrido y López, 2005).
- Habilidades Sociales y de Comunicación. Su objetivo es desarrollar en el/la joven la capacidad de relacionarse y comunicarse adecuadamente con otras personas. Para ello utilizaremos el modelado, role-playing, retroalimentación y transferencia.
- Habilidades Cognitivas de Resolución de Problemas. Sus objetivos son:
- Enseñar al adolescente a determinar y analizar sus problemas interpersonales.
- Comprender y tener en cuenta los valores, conductas y sentimientos de los demás.
- Reconocer y admitir la manera en que su comportamiento afecta a los demás.
- Comprender por qué los demás responden a sus actuaciones como lo hacen.
- Pensamiento creativo (también llamado “pensamiento lateral”). Su objetivo es enseñar al adolescente cómo pensar con diferentes alternativas prosociales para solucionar problemas personales e interpersonales; de este modo, su conducta se alejará de las actuaciones violentas o antisociales.
- Razonamiento crítico. Su objetivo es enseñar al joven a pensar acerca de sus actuaciones y las de los demás de manera lógica y racional, sin caer en actitudes egocéntricas que comportan distorsiones cognitivas (atribuir la culpa a los demás o a causas ajenas a su comportamiento, describir su conducta violenta como algo que carece de importancia o como algo que el otro “se merece”, etcétera).
- Toma de perspectiva social. Su objetivo es desarrollar principalmente la empatía para tener en cuenta el punto de vista del otro, así como los pensamientos y sentimientos de los demás.
- Mejora de los valores. Su objetivo es desarrollar valores que van más allá de situaciones concretas a corto plazo, que le faciliten comprender las normas sociales establecidas, las leyes, la justicia, etcétera, para que el adolescente sea consciente de su visión egocéntrica de los demás y del mundo en que vive.
- Manejo emocional. Su objetivo es “enseñar a controlar y evitar un arousal emocional excesivo (por ejemplo, cólera, depresión, miedo y ansiedad)” en el joven (Garrido y López, 2005:33).