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Innovación social y desarrollo comunitario

Cambios en las entidades del tercer sector

  • Competitividad, colaboración y competencia
    • La supervivencia de las empresas en muchos sectores –sobre todo, en aquellos de naturaleza hipercompetitiva (informática, electrodomésticos, automoción...) – se encuentra ligada, como hemos insinuado en otros apartados, a su capacidad innovadora.
    • El sector social no tiene todavía una presión apremiante de ese calado –necesidad de desarrollar productos/servicios nuevos a precios cada vez más bajos–, pero sí es cierto que está notando algunos indicios ante los cuáles tiene que reaccionar de alguna manera. Señalamos algunos:
      • En primer lugar, si los fondos públicos no son ilimitados y surgen nuevos agentes –potencialmente competitivos– que ofrecen otras formas alternativas para afrontar las causas sociales las consecuencias pueden ser diversas:
        • la colaboración entre entidades o cierto ambiente de competitividad y hostilidad. Como indica Pérez Bueno (2009): “La adquisición de conductas y maneras de actuar propias de las entidades puramente privadas, en aras al objetivo de la máxima eficacia, y la existencia de un mercado limitado y siempre escaso –de financiación, si nos atenemos a la captación de fondos, o de presión, si nos referimos a los elementos de poder que serán susceptibles de recibir presión, por ejemplo–, desatará una extrema competencia entre las mismas entidades del tercer sector, que tendrán que operar en esferas crecientemente más exiguas”.
      • En segundo lugar, los donantes tienen cada vez más opciones para desarrollar sus inquietudes sociales y solidarias y los fondos privados –grandes donantes– son muy selectivos a la hora de decantarse en colaborar con las instituciones del tercer sector.
        • Como señala Bruel (2009): “Las entidades tendremos que optar por un formato más y más asociativo donde el factor diferenciador será la capacidad de movilización de voluntariado, y la creación de redes sociales que aporten valor añadido y proximidad a lo que realicemos o crear respuestas muy especializadas que nos hagan atractivos a los intereses de las administraciones públicas”.
    • Siguiendo el famoso paralelismo del citado Alvin Toffler, si hoy asistimos posiblemente a que la transparencia es la segunda ola de regeneración de las instituciones sociales (Compasión y cálculo, 1998), la tercera ola sería seguramente la innovación. En efecto, la innovación como eje de funcionamiento estratégico de las organizaciones sociales puede ser un revulsivo y regenerador (en la medida que cree valor para los principales stakeholders) no sólo a nivel externo –por los nuevos servicios– sino también a nivel interno –por las nuevas capacidades que genera (que denominaremos componente ad-intra)–.

 

  • Nuevas herramientas, nuevos agentes, nuevas respuestas
    • Las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) están impulsando un nuevo concepto de sociedad. Las posibilidades económicas, técnicas y sociales que las TIC permiten están haciendo habitual e indispensable su uso al impregnar cada vez más ámbitos de nuestra vida cotidiana. Pero la velocidad de este proceso está generando asimetrías y desigualdades como la conocida brecha digital (digital divide).
    • Frente a esa fractura se propone la e-Inclusión como el necesario acceso a las TIC de todos los y las ciudadanas, especialmente el de los colectivos menos favorecidos económica y socialmente cuya situación agrava este proceso. En el marco de esta labor son necesarias iniciativas algunas innovadoras– que permitan conocer y manejar estos nuevos escenarios de protagonismo tecnológico. Además de estas nuevas respuestas institucionales, las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades de mejorar todas las organizaciones a todos los niveles lo que conduce a un desafío para incorporar lo necesario en la medida que redunde en el buen gobierno y en la misión institucional.

 

  • Tensiones internas: el problema de un “tigre sin dientes”
    • El Tercer sector no sólo tiene una función de servicio: existe un papel reivindicativo (el tigre). No obstante esta denuncia tendría que realizarla, a veces, ante uno de sus principales “financiadores” (el Estado). Pérez Bueno (2009) señala que este dilema se traslada a nivel interno ya que “por una parte, está la inclinación, visible hoy día, hacia la profesionalización de la gestión, pareja a un debilitamiento del carácter voluntario de estas organizaciones.
    • Al tiempo, la vocación reivindicativa, de denuncia de situaciones ingratas y de demanda de transformación social, originaria en muchas de las organizaciones del tercer sector, cederá ante la vocación gestora, de gestión y prestación de servicios, que se impondrá paulatina pero firmemente. Esto creará –las está creando ya– tensiones en el seno de las propia entidades sociales, que se debatirán, a veces estérilmente, entre una u otra vocación”.
    • ¿Tendrá esta dinámica algún efecto o relación con la innovación social? Posiblemente sí. Una entidad del Tercer Sector que se enfoque hacia la innovación social puede ser el aglutinante que oriente los esfuerzos hacia la razón de ser de la organización –sus destinatarios– en lugar de situar el debate en cuestiones internas y estériles.
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