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Gurasoen aurkako indarkeriaren genesi eta mantentzea

A partir de los modelos de sistemas familiares, Micucci (1995) propone una conceptualización del abuso de los/as adolescentes hacia sus progenitores. Esta aproximación teórica trata de identificar los ciclos sintomáticos, es decir las secuencias repetitivas y recurrentes de interacción entre los miembros de la familia, que provocan y mantienen la violencia ascendente. Y es que para este autor, a menudo, las familias tratan de erradicar el problema y aparece un efecto paradójico por el que mantienen o intensifican los mismos.

Así pues, esta propuesta teórica se organiza en torno a 5 patrones de relación familiar que explican el abuso de los hijos/as a los progenitores.

  • En primer lugar esta aproximación propone que cuando los/as adolescentes son violentos/as con los progenitores, las relaciones familiares comienzan a organizarse en torno a este tipo de conducta. Así en la mayor parte de las familias, cuando uno de sus miembros exhibe un comportamiento sintomático o abusivo, la familia interpreta esta situación como una petición indirecta de ayuda, por lo que responden con un incremento del apoyo. Pero por el contrario muchas familias fallan en las respuestas de afrontamiento ante la presencia de abusos, bien sea porque la relación es sobreprotectora por lo que aparecen reacciones exageradas ante la conducta abusiva, o porque la relación es distante, en cuyo caso no se responde a las conductas violentas hasta que el ciclo de violencia ha evolucionado (Micucci, 1995). En cualquier caso la familia comienza a prestar atención hacia estos síntomas y los esfuerzos por evitar, eliminar o contener los abusos condicionan la interacción familiar.
  • En segundo lugar, la focalización de la atención sobre el/la adolescente conlleva el que los miembros de la unidad familiar comiencen a abandonar otras actividades, por lo que aparece un mayor aislamiento social y una ausencia significativa de recursos de apoyo efectivos en los progenitores, fomentando igualmente el aislamiento del adolescente respecto del resto de miembros de la unidad familiar (Micucci, 1995).
  • En tercer lugar, la presencia de estos comportamientos abusivos por parte de los adolescentes determina el que los progenitores comiencen a etiquetar a los adolescentes como el “problema”, lo que condiciona la presencia de emociones de ira y de rechazo por parte de los padres y madres hacia los hijos abusivos.
  • Además, en cuarto lugar, se da una complementariedad en las percepciones sesgadas, basadas en procesos de atención selectiva, de tal forma que se comienza a atribuir a los demás miembros de la unidad familiar la responsabilidad del problema.
  • Por último, Micucci (1995) propone que la conducta violenta de los/as adolescentes conlleva en muchos casos el que los/as hijos/as no cumplan con las expectativas de los progenitores, lo que lleva a una expresión abierta o encubierta de reproches por parte de los padres y madres. Estas verbalizaciones se siguen en muchas ocasiones de un intento por cumplir con dichas expectativas, pero en muchas ocasiones se siguen de conductas oposicionistas ante las mismas, lo que implica el mantenimiento del ciclo de violencia.
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