La mayor parte de los estudios refieren que estos adolescentes presentan bajo rendimiento escolar, dificultades de aprendizaje, elevado absentismo escolar, dificultades de adaptación y actitudes de rechazo hacia la escuela (Cottrell, 2004; Romero et al., 2005; Sánchez, 2008).
Pagani, Larocque, Vitaro y Tremblay (2003) observaron una estrecha relación entre el comportamiento disruptivo en ambos contextos, familia y escuela, y concluyeron que el comportamiento violento en el contexto escolar era predictor de la agresión a las madres.
En relación con el grupo de iguales se ha señalado que existe una mayor tendencia de estos adolescentes a relacionarse con otros iguales que también ejercen violencia filio-parental o que presentan otro tipo de relaciones disfuncionales: escasez o pobreza en los vínculos de amistad, relación con grupos disociales o que muestran los mismos problemas de adaptación social (Romero et al. 2005).