Sobre la base de los fundamentos básicos referidos en el apartado anterior, se estructura un modelo de comunicación en el que la comunicación se configura como un proceso dinámico.
En efecto, la comunicación se estructura como un proceso de doble vía, en cuyo marco, cuando se transmite un mensaje, una persona lo emite y otra lo recibe, es decir una lo expresa y otra lo entiende. El resultado de dicho intercambio comunicativo es, por lo tanto, un significado que se construye entre las personas que participan en el mismo.
Esta forma de entender la comunicación determina que los significados y las interpretaciones sean dinámicas, y no estáticas. Más que haber un significado "correcto" que la persona que escucha interpreta "bien" o "mal", los significados se van desarrollando en respuesta a las circunstancias cambiantes y pueden variar en función de las diferentes perspectivas de las personas implicadas en el intercambio comunicativo.