La Comunicación Total es una filosofía: no es ni un método de comunicación, ni un método educativo. Es un enfoque orientado a generar una comunicación efectiva y equitativa entre seres humanos con diferentes formas de percepción y/o producción del lenguaje. Adoptar este enfoque conlleva un deseo de utilizar todos los medios disponibles con el fin de entender y de ser entendido:
- Una actitud en la comprensión. Muchas personas con discapacidad, en particular las personas con discapacidad intelectual o con deterioro cognitivo, experimentan grandes dificultades para entender y, por lo tanto, para utilizar el lenguaje verbal, tanto cuando es hablado como cuando es escrito. Recurrir a la Comunicación Total manifiesta un deseo de complementar (comunicación aumentativa) o, en su caso, de suplir (comunicación alternativa), el lenguaje verbal con la utilización de objetos, imágenes, fotografías, dibujos, símbolos o signos. Para hacerlo bien es indispensable actuar desde el principio de personalización, porque es imprescindible determinar qué método o qué combinación de métodos es la que mejor se adapta a las necesidades y a las preferencias y capacidades individuales. Al hacerlo, es necesario tener presente que tales necesidades y preferencias pueden variar en función del contexto y pueden evolucionar con el tiempo.
- Una actitud en la expresión. La expresión es el acto de transmitir a otra persona lo que uno tiene dentro: los pensamientos, los sentimientos, los deseos, los miedos o las alegrías. Cada uno de nosotros tiene formas muy personales de expresarse y, con frecuencia, conlleva hacer uso de formas de comunicación no verbales: objetos, fotografías, dibujos, símbolos, signos, expresiones faciales, gestos o movimientos corporales.
Esta filosofía surgió en el ámbito de la educación en los años sesenta, orientada a niñas y niños sordos, aunque muy pronto fue aplicada a otras personas con importantes dificultades para la comunicación.
La filosofía de la Comunicación Total surgió en el ámbito de la educación en los años sesenta, orientada a niñas y niños sordos, aunque muy pronto fue aplicada a otras personas con importantes dificultades para la comunicación. Para paliar, en la medida de lo posible, la confusión terminológica existente entre el método inicial y el que luego se fue gestando, se determinó llamar al primero "Programa de Comunicación Total" y a la filosofía resultante "Comunicación Total".