La construcción de un contexto positivo de atención requiere la implicación de todas las personas que intervienen en el mismo, prestando atención o recibiéndola, y conseguir esta implicación sólo es posible si todas ellas tienen la convicción de que el establecimiento de relaciones genuinas entre personas usuarias, profesionales y familiares es la forma de garantizar el respeto por su propia dimensión humana y, en consecuencia, redunda en beneficio de todas ellas.
Esto significa que es necesario establecer, de forma horizontal, un compromiso colectivo para articular esta red de relaciones, y de dicho compromiso se deriva una responsabilidad compartida para alcanzar el objetivo.