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Supervisión, ¿Quién acompaña al que acompaña?

  • La supervisión no es una forma de control de nuestra práctica, sino un ejercicio de “mirar desde arriba, con perspectiva, supermirar”. Tampoco es una terapia, es un espacio profesional. No debemos perdernos en su objetivo, pues no es una conversación de café ni mucho menos de pasillo. Cotillear, “vomitar” no limpia, simplemente ensucia.
  • La supervisión no es la “panacea”. Hay profesionales que han perdido la ilusión, que ya no se plantean metas, que se encuentra sin motivación, y únicamente esperan que algo ajeno (el espacio de supervisión), casi de carácter mágico, resuelva su situación: “esperan que el apoyo externo sustituya por entero su propio auto-apoyo, e incluso, en ocasiones, ya no esperan siquiera eso, porque han perdido la esperanza” (Arija, 1999: 148).
  • La supervisión no exime de responsabilidades. Algunos profesionales pueden llegar a solicitar que la figura de supervisión tome decisiones por ellos. En cierta medida, pasan a ser dependientes del/la supervisor/a o del espacio de supervisión, en el sentido de que han articulado sus decisiones en torno a las sesiones de supervisión y aceptan esa situación como un fenómeno natural. Por eso en este documento se aboga por la autorreflexión y por cuidarse a una/o misma.
  • En nuestro día a día, tenemos la obligación de “escuchar al “otro”, pero probablemente, pocas veces nos escuchamos a nosotros/as mismas, ¿qué nos pasa?, ¿qué nos interpela la persona atendida? No estamos acostumbradas a trabajar con las emociones, y es necesario reconocer nuestras vulnerabilidades. Estamos acostumbradas a descubrir las de los demás, pero no las nuestras. Sin embargo, “conectar y reconocer nuestra vulnerabilidad da mucha fortaleza”.
  • En nuestra intervención, trabajar lo personal no es opcional, es obligatorio. Yo, como profesional y persona al mismo tiempo, no puedo trabajar bien si no me tengo en cuenta, el cómo nos encontramos y nos consideramos influye en nuestro trabajo. El objetivo fundamental es lograr un bienestar profesional que redunde en la mejora de la calidad de nuestra intervención.
  • La Supervisión, planteada en grupo, ya sea con o sin agente externo, debe constituirse como una parte más de nuestro trabajo, un espacio seguro en el que nos sentamos a reflexionar y nos damos el permiso de que pase cualquier cosa. Sin censurar sensaciones o sentimientos. A veces, es difícil sentir que el espacio es seguro, porque entran en juego conflictos personales, nuestro estatus profesional, etc. Tal vez debamos trabajar con eso, con el hecho de ¿Por qué yo me siento inseguro en este espacio?

Debemos "pelear" porque en nuestros servicios se incorpore la supervisión como una forma de mejora de nuestras intervenciones, pero mientras esto ocurre, podemos llevarla a cabo entre nuestros propios equipos, y también en el plano individual podemos dotarnos de herramientas para “autoevaluar” nuestra práctica.

En definitiva, se trata de corregir algunas malas prácticas habituales en nuestras profesiones.

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