Una buena intervención profesional que parta de la lógica de la gestión de casos va a depender en gran medida del conocimiento previo de la realidad de la persona o unidad familiar y su contexto, y de una adecuada valoración diagnóstica.
Como señala Cristina de Robertis (2003), el diagnóstico supone pasar por las 3 “C”: Conocer, Clarificar y Comprender, para así poder actuar sobre las causas y los síntomas provocados por la situación problema o necesidad.
La fase de diagnóstico puede dividirse en dos sub fases:
Subfase I: Proceso de estudio e investigación
Se trata de un primer momento de recopilación, registro y valoración de factores condicionantes y potencialidades o prediagnóstico de la situación, que partiendo del principio de confidencialidad está dirigido a la recogida de información necesaria y complementaria a la existente. El objetivo no es recoger mucha información, sino recoger la información pertinente.
Dada la reiterada importancia que un Diagnóstico integral tiene en el modelo de trabajo, resulta necesario establecer al menos un consenso sobre cuáles son las dimensiones imprescindibles a tener en cuenta. En este sentido, se ha tomado como referencia las recogidas por el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales de Gobierno Vasco en el documento “Instrumento Técnico Común de Valoración de la Exclusión Social”.
En ellas, se hace referencia a los siguientes ámbitos, en los que, a su vez, cada dimensión define una serie de factores a analizar:
Todas estas dimensiones deben ser observadas también desde la perspectiva de género, analizando el peso de esta variable en las situaciones personales.
Recordemos que el diagnóstico debe ir enfocado a la intervención, de forma que si tenemos 5 áreas de diagnóstico, debe haber 5 áreas de intervención y de evaluación.
Subfase II. Valoración diagnóstica.
Se entiende el Diagnóstico como un juicio de carácter profesional establecido por la profesional o por el equipo, en base a relacionar y explicar los datos obtenidos en el anterior proceso de investigación, sentando los cimientos para el establecimiento del plan de intervención personalizado. En los casos en que se trabaje en equipo, el diagnóstico debe ser también consensuado en el marco del equipo.