Los Planes Centrados en la Persona (PCP) surgen en el ámbito de la discapacidad intelectual como una forma de resituar a la persona usuaria en el centro del diseño desarrollo y evaluación de su atención. No obstante, sus fundamentos y técnicas pueden ser perfectamente trasladables a otros ámbitos de intervención.
Como el resto de las estrategias que hemos presentado hasta el momento, la PCP focaliza la atención en las capacidades de la persona y en lo que es importante para ella. Como señala FEAPS (2007) “hasta hace poco, los planes eran desarrollados por profesionales, sus objetivos reflejaban más bien la disponibilidad de los servicios que las preferencias individuales y enfatizaban los recursos de la entidad más que los comunitarios. Estaban focalizados en el sistema y la organización”.
Desde la PCP se insiste en replantear las jerarquías y la distribución tradicional de roles en las relaciones de ayuda. Los y las profesionales no son los únicos ni tienen que ser los mejores “expertos” en un caso. El proceso de atención individualizada debe ser desarrollado a través de una red de apoyo, de la que forman parte los y las profesionales, pero en la que también puede haber familiares, amistades u otro tipo de agentes sociales La persona usuaria debe ocupar un rol de claro liderazgo en esa red de apoyo.
De acuerdo con FEAPS (2007) los procesos desarrollados desde la PCP buscan lograr:
En ese sentido, conecta con el ya referido enfoque de apoyo entre iguales. Tanto con los grupos de ayuda mutua, por su fomento de la reconstrucción de lazos sociales, como con los grupos de interés, por su incidencia en la imagen social del colectivo, o con la educación entre iguales y los peer worker, uno de cuyos efectos es la mejora en la reputación social y la visibilización del colectivo.
Este modelo originario del mundo de la discapacidad guarda muchos nexos de unión con el acompañamiento. Teniendo en cuenta la importancia que desde la PCP se le otorga a las relaciones con la comunidad, una de sus principales herramientas de diagnóstico intervención y evaluación, es el mapa de relaciones sociales. A resaltar que el liderazgo en la realización del mapa debe ser ejercido por la persona.
Otros mapas que se pueden elaborar son el de lugares (espacios de la comunidad que más suele frecuentar la persona), biográfico, de preferencias, de sueños y temores, etc. (FEAPS, 2007). De todos ellos debe surgir un listado de capacidades y capacidades a reforzar de la persona.
A partir de los mapas se deben diseñar planes de futuro personal en los que se recojan la oportunidades que ofrece la comunidad, se describan imágenes de futuro (¿cómo se desea ver la persona en, por ejemplo, cinco años?), se diseñen estrategias para cumplir esas imágenes, se establezcan prioridades, se valoren obstáculos y oportunidades, se diseñe un proceso de seguimiento, etc.