Pero ¿cómo interpretar una trayectoria en dirección contraria (a la deseada)?, por ejemplo, una persona que es responsable y activa se torna en actitud visitante que deviene en postura antagónica de rehén… Ese perfil está indicando un importante problema en el proceso de intervención: la intervención está caminado en dirección contraria.
Hay varios factores que explican una actitud inicial de no colaboración con la intervención educativa, terapéutica o psicosocial ofrecida a la familia. Las actitudes iniciales de no colaboración y contrariedad o rechazo abierto hacia el apoyo ofrecido por los profesionales pueden estar reflejando alguna de las siguientes situaciones:
Entender el contexto que “explica” actitudes iniciales difíciles es un primer paso imprescindible, especialmente porque significa que no hacemos interpretaciones erróneas fruto de nuestro propio estrés ante las dificultades de comunicación con los usuarios; sobre todo si evitamos interpretaciones que atribuyen a la patología de la familia o a su mala intención esas dificultades iniciales de conseguir colaboración.
Pero, más allá de entender la perspectiva de la familia, hemos de trabajar para darle la vuelta a esas actitudes iniciales y ser unos buenos “creadores” de clientes solícitos o al menos responsables en las fases siguientes del proceso de intervención.