Una estrategia fundamental de los educadores consiste en trabajar a partir de las fortalezas y aspectos positivos del desarrollo del niño o adolescente. Buscar aquellas habilidades o talentos que presenta, reforzarlos y comenzar la intervención desde esta plataforma positiva facilita los procesos de vinculación inicial y acaba siendo reforzante tanto para el niño como para el educador.
Hay niños y adolescentes con especiales aptitudes para el deporte, la música, el dibujo o incluso para hacer pequeñas reparaciones domésticas. Una parte importante de la evaluación inicial de necesidades que los educadores deben hacer para diseñar su Proyecto Educativo Individual tiene que incluir la búsqueda de estas aptitudes e intereses.
Una vez que se localizan estos intereses se debe tratar de conectar con algún recurso en el que los puedan desarrollar, como asociaciones, escuelas o centros sociales. En estos casos es importante vencer el temor que muchos niños presentan al fracaso o la falta de motivación para comprometerse en nuevos retos.
En el caso de que no existan intereses concretos identificados, la estrategia debe consistir en tratar de que los niños y adolescentes experimenten diferentes actividades y puedan disfrutar con alguna de ellas.
Es muy importante para los educadores tener un buen conocimiento de los recursos comunitarios que se pueden utilizar para cada caso.
Elvira, L., (coord.), et al., Salud mental de menores en acogimiento residencial. Guía para la prevención e intervención en hogares y centros de protección de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Badajoz, Junta de Extremadura, 2011, 240 p.