Paso 4: Conectar los sentimientos y las acciones
Esta es una de las fases nucleares y más importantes de este modelo de intervención en el espacio vital. Pasado el momento de la descripción y de las percepciones de capa uno, esta fase intenta desentrañar las relaciones que existen entre los sentimientos y las emociones, por un lado, y las acciones.
Los aspectos más importantes de esta fase son los siguientes:
- Recordar antecedentes y episodios anteriores similares: Como una forma de explorar los factores determinantes de los episodios críticos del chico o la chica, e bueno recordar otras experiencias anteriores para analizar si tenían el mismo patrón y obedecía a los mismos sentimientos expresados por ellos. Una estrategia útil puede ser recordar situaciones en las que ante sentimientos negativos o parecidos a los que han desencadenado la crisis, el chico o la chica actuó de manera más adaptativa y analizar las diferencias, por ejemplo, en términos de la situación y las consecuencias.
- Ayudar a identificar sentimientos: No suele ser fácil para muchos chicos y chicas hablar de sus sentimientos y, en muchas ocasiones, incluso utilizar las palabras más adecuadas. Es muy importante aprovechar este espacio para ayudar a los chicos y chicas a identificar diferentes tipos de sentimientos y aprender a relacionarlos con determinados comportamientos y reacciones. Es muy habitual que los educadores tengan que ayudar a manejar a los chicos y chicas sentimientos como la frustración, el desánimo, el dolor, la soledad, o el miedo, como determinantes de reacciones conflictivas.
- Identificar patrones de afrontamiento: Consiste en ayudarles a tomar conciencia de la forma en que ciertos sentimientos emparejados a ciertas reacciones o conductas (frustración-agresión, por ejemplo) forman patrones característicos de su comportamiento que son poco adaptativos y con consecuencias negativas para ellos mismos y los demás.
- No se trabaja la culpa: en esa fase no se busca el reconocimiento por haber actuado inadecuadamente, ni la responsabilidad en términos de culpabilidad, sino un cambio de enfoque desde el comportamiento hacia los sentimientos para trabajar desde estos últimos.