El concepto de resiliencia se refiere precisamente al hecho de que algunas personas puedan continuar teniendo un desarrollo positivo a pesar de acontecimientos desestabilizadores y condiciones de vida especialmente difíciles.
Se trata de un término fundamental para el trabajo con la infancia desprotegida, ya que, por definición, un niño o adolescente en acogimiento familiar o residencial que consigue un desarrollo positivo, que alcanza metas escolares, sociales o laborales, es un caso de resiliencia.
Difícilmente se puede encontrar un ejemplo de condiciones adversas para el desarrollo tan grave como estar sometido durante la infancia a un ambiente de negligencia o malos tratos y, sin embargo, los educadores y los acogedores pueden observar como algunos de estos niños y adolescentes van logrando sus metas y saliendo adelante.
Las investigaciones sobre resiliencia se han dirigido a tratar de localizar cuáles son los factores que permiten que se dé este fenómeno en una determinada persona.
Al principio se planteaba como una característica que ciertas personas poseían, como una constitución excepcional que les hacía especialmente fuertes ante las adversidades. Sin embargo, enseguida se hizo evidente que la resiliencia emerge de las interacciones entre la persona y sus semejantes, concluyendo que para superar experiencias de adversidad es necesario experimentar situaciones positivas, situaciones de compensación. (…)
El marco teórico del concepto de resiliencia puede ayudar a entender a los educadores algunas de sus funciones más importantes:
- Convertirse en “tutores” de resiliencia, es decir, establecer una vinculación significativa para el niño o adolescente que le permita experimentar pautas positivas de relación y de vinculación (función muy relacionada con el concepto de apego); la norma de que en los centros y hogares de protección exista un educador de referencia para cada niño es un buen punto de partida.
- Crear en el propio entorno del hogar, a través de la vida cotidiana, experiencias de estimulación o aprendizaje que permitan compensar y superar las privaciones sufridas en el entorno familiar.
- Utilizar los recursos comunitarios para integrar a los niños en escenarios de aprendizaje de relación social que les permitan ampliar su red de apoyo y su capacidad de exploración.
Educar desde un enfoque de la resiliencia significa:
- El cambio es posible.
- El cambio puede surgir de las relaciones de apoyo.
- El cambio también puede emerger por nuevas formas de pensar sobre los problemas y las posibilidades.
- El cambio puede algunas veces ser el resultado de pequeñas cosas, de experiencias corrientes de la vida cotidiana.
- El cambio puede comenzar en una pequeña parte de la vida de una persona.
- El cambio puede surgir desde lo ordinario y la vida cotidiana, no necesariamente proviene de intervenciones terapéuticas o clínicas.
- El cambio puede provenir de una única oportunidad bien aprovechada que ha podido abrir la puerta a experimentar muchas otras cosas positivas.
- Conseguir hacer alguna cosa bien, incluso una sola, puede ser el mejor modo de comenzar.
- Es mucho mejor localizar primero las fortalezas y posibilidades de cada niño para trabajar desde ellas.
- La vida cotidiana está repleta de oportunidades naturales muy útiles para trabajar los cambios.
- Hay que intentar que el niño sea uno de los agentes principales de sus propios cambios y su desarrollo.
- La ayuda y la intervención debe tener el objetivo de añadirse a las cosas positivas que ya están en la vida del niño y no de sustituirlas.
- Los problemas complejos rara vez tienen una respuesta sencilla; normalmente los progresos requieren prestar atención a una larga serie de pequeños pasos que, además, interactúan unos con otros de manera positiva y a veces impredecible.
- Lo mejor puede ser enemigo de lo bueno y, a veces, esperar para alcanzar grandes logros significa que perdamos de vista el valor de los pequeños logros intermedios.
- Las soluciones o planes “de talla única”, aplicables a todos los niños, difícilmente funcionan, ya que los cambios se producen con más probabilidad a partir de intervenciones diseñadas según las necesidades individuales de cada niño hasta su aportación decisiva al Proyecto Educativo Individual.
- En el caso de los adolescentes, estimular la negociación y trabajar el significado de los compromisos.
Fuente: Gilligan, R. (2009) Promoting resilience. London: BAAF.