Otra de las cuestiones a tener en cuenta en relación con el encuadre (normativo), es que no solamente debe ser accesible a los niños, sino que además estos deben tener la posibilidad de proponer cambios.
Sin entrar en los beneficios que tal metodología depara (a este objeto pueden consultarse los autores clásicos como Makarenko, A.S., 1967, Neill A.S. 1971, o los trabajos más recientes de Fernandez I. 1998; Noto, F.; 1997, Watkins y Warner, 1991; Luengo Horcajo F. y Moreno Olmedilla J.M., 2003), sí es procedente señalar que para su adecuada utilización, existen una serie de condiciones:
- Recomendaciones para implicar a los y las menores en la toma de decisiones sobre el centro
- En primer lugar hay que partir de una base realista: El perfil de los usuarios de los Centros hoy por hoy hace difícil, incluso en hogares de mayores, que las decisiones importantes puedan quedar en manos de los chicos. Ello supone el que los órganos de representación no tengan naturaleza decisoria (más que si cabe en algunas ocasiones y respecto de temas puntuales) sino de análisis y de elaboración de propuestas, que deberán ser valoradas y tenidas en cuenta, pero sin llegar a ser vinculantes.
- En segundo lugar, que la admisión o no de las propuestas de cambio, deberá llevar como lógica contrapartida unos determinados compromisos por parte del colectivo de chicos que hubieran realizado la propuesta. Así, los acuerdos a los que se llegue, podrían recogerse por escrito, quedando claros los compromisos de las dos partes.
- En tercer lugar, que en Centros específicamente dedicados a menores con perfiles muy conflictivos, no suele resultar aconsejable su utilización debido al riesgo que entraña el que, al final, se convierta la “asamblea” en un campo de batalla.