Respuesta controlada
Es la que persigue fundamentalmente establecer expectativas de resultados y consecuencias de los comportamientos. Establece límites, y aplica refuerzos y sanciones como herramienta básica.
Para este enfoque es fundamental no pasar por alto ni las conductas inadecuadas, para aplicar la correspondiente y proporcional consecuencia (amonestar, reprender, imponer tareas extra, privar del disfrute de ciertos bienes o actividades, etc.), ni las conductas deseables, para reforzarlas convenientemente.
Sería el modelo básico de los equipos educativos que se basan en un trabajo más conductual, donde los esfuerzos se dirigen fundamentalmente a las conductas más objetivas y suelen utilizar registros de frecuencia de los comportamientos para, en función de ellos, distribuir refuerzos o aplicar sanciones. (…)
Es un tipo de respuesta inevitable y necesaria en la educación porque es la base de muchos aprendizajes, aunque deba ser complementado con otras formas de intervención.
- Ventajas
- Los jóvenes que necesitan límites pueden beneficiarse extraordinariamente de la experiencia de un ambiente regulado y aprender a fijar conductas y consecuencias. Para ello es fundamental que el equipo educativo tenga la capacidad real de aplicar las consecuencias necesarias y las lleve a cabo de una manera coherente y consistente.
- Resulta especialmente útil con jóvenes que están en el límite de la pérdida de control, aplicando respuestas inmediatas que eviten escaladas de conflicto.
- Puede introducir orden y calma en situaciones de riesgo de conflicto donde otro tipo de intervenciones más complejas o más prolongadas puede ser más difíciles de encauzar.
- Es muy efectivo para lograr aprendizajes de manera inmediata, en breves períodos de tiempo.
- Inconvenientes
- Usado exclusivamente, el ambiente que se crea en la convivencia puede resultar excesivamente rígido o artificial.
- En el caso de un uso excesivo, puede generar una dependencia externa para el control de la conducta, comportándose bien solo por la presencia de los educadores y el temor a las sanciones, sobre todo si no se complementa con otras técnicas. En este sentido, puede ocasionar una escasa internalización de las normas y un escaso autocontrol y autonomía.
- Es importante que exista una relación personal estrecha entre los menores y el educador que lo practica; las personas significativas son las que tienen la capacidad de provocar un mayor efecto con sus sanciones o incentivos. Llegar a representar este papel significativo y esta vinculación afectiva no siempre es fácil y debería constituir siempre la primera meta de cualquier profesional para poder llegar a ejercer su rol de educador de manera efectiva.
- Relacionado con lo anterior, el uso reiterado de sanciones provoca un desgaste de la relación entre los educadores y los niños o jóvenes.
- Los educadores deben asegurarse de que los comportamientos que están sancionando están bajo el control y la capacidad de quienes los manifiestan. A este respecto se debe subrayar, de nuevo, la importancia del conocimiento de los trastornos psicológicos de la infancia y adolescencia, de modo que se evite, por ejemplo, que un equipo educativo esté sancionando con dureza los olvidos y despistes de un adolescente con problemas de trastorno de déficit de atención, sin estar recibiendo la necesaria ayuda terapéutica.