Agitación
La agitación es, esencialmente, el resultado directo del daño neurológico y no está provocado ni se relaciona con la familia o con el entorno. La agitación puede ser espontánea, es decir, no venir provocada por nada en particular, y su duración puede ser muy breve. Se produce con mucha más frecuencia y es mucho más acentuada en las primeras etapas de la lesión cerebral -cuando la persona todavía está hospitalizada-.
Es importante recordar que ésta es una etapa por la que pasa el paciente, pero no un cambio de conducta permanente. Es una etapa difícil para el equipo de enfermería y los miembros de la familia, especialmente si no comprenden lo que está sucediendo. Conviene recordar que el mundo de la persona afectada ha sufrido un cambio de tremendas proporciones, dejándole confusa y desorientada. Manifestar un comportamiento agitado es, a menudo, una forma de adaptarse.
Buenas prácticas
- Recordar que sólo es una etapa por la que la persona pasa: hay que ser paciente.
- Intentar redirigir la atención de la persona lejos del foco de agitación.
- Tratar de aparentar calma en todo momento.
- Controlar cuidadosamente el propio comportamiento: eliminar todas las indicaciones verbales y no verbales que pudiesen ser mal interpretadas (por ejemplo, fruncir el entrecejo, hablar bruscamente, mover la cabeza, poner los ojos en blanco, desaprobar el tono de voz).
- Estar disponible todo lo posible durante esta etapa de agitación, porque la persona necesita la seguridad de alguien que le conozca.
- Permitir que hable todo lo que quiera; ésta puede ser una forma eficaz para superar la agitación.
- Estructurar su tiempo, guiar su atención a temas constructivos le puede orientar en gran medida dadas sus secuelas cognitivas; al mismo tiempo evitar cuestiones que le generan desorientación o pensamientos disfuncionales.
- Reestructurar el entorno para eliminar las distracciones excesivas y factores irritantes como ruidos, así como para que se instalen los efectos personales.
- Alejar a la persona de la causa de la agitación. Redirigirle hacia otras actividades, pero sin cambios bruscos.