Las actividades de ocio son aquellas cuya finalidad es el disfrute y entretenimiento: se asocian a intereses basados en la satisfacción personal, por lo que son fundamentales para el bienestar subjetivo. Desde este punto de vista, las distintas ocupaciones en las que la persona participa a lo largo de su vida le proporcionan una identidad y le ayudan a asumir ciertos roles; tras una lesión cerebral el equilibrio ocupacional se ve comprometido.
Las personas con daño cerebral adquirido pueden disfrutar de gran número de actividades lúdicas, adaptando en su caso los elementos o el entorno en el que son realizadas. Esto les permite estructurar su tiempo en rutinas y desarrollar intereses personales al tiempo que les exigirá poner en práctica una serie de habilidades y estrategias de planificación, que variarán en función del tipo de actividad que desarrollen. Estas actividades pueden ser desarrolladas de forma individual o con la participación de otras personas; en el propio hogar o fuera de él; con elementos ordinarios o adaptados...
Su versatilidad hace posible encontrar actividades de interés para las personas afectadas, que no siempre coinciden con los intereses previos. Por ello, es importante valorar los intereses, habilidades, y necesidades de cada persona y realizar una orientación ajustándose a las características individuales.
En función del tipo de daño cerebral, de sus secuelas y de la fase de recuperación en la que se encuentre el tipo de intervención sobre las áreas ocupacionales (autocuidados, productivas y ocio y juego) será diferente ya que es necesario ajustarse a las características individuales para que la persona afectada alcance la máxima autonomía personal y mantenga en la medida de lo posible su identidad y los roles que venía desempeñando.
Buenas prácticas