El perfil personal de comunicación
En el núcleo del contexto comunicativo de la persona debe situarse lo que podríamos denominar su perfil comunicativo. La elaboración de este perfil exige determinar:
- Su capacidad de comprensión y expresión de las diferentes formas de comunicación:
- Lenguaje verbal hablado y escrito.
- Formas no verbales y complejas de comunicación: signos, símbolos, dibujos, fotografías, objetos.
- Formas no verbales y básicas de comunicación: gestos primarios y formas preverbales o preintencionales.
- Otras capacidades: cognitivo-perceptivas, físicas, sociales y emocionales.
- Sus preferencias comunicativas en términos de:
- Formas de comunicación.
- Medios de comunicación.
- Razones para comunicar.
- Contextos y oportunidades de comunicación: momentos idóneos, espacio, personas.
- Contenidos de la comunicación.
- Sus parámetros culturales y relacionales.
- El contexto y el bagaje cultural determinan fuertemente las necesidades y preferencias comunicativas de cualquier individuo, en la medida en que inciden sobre sus creencias, su forma de pensar, de sentir y de comportarse. En particular, conviene tener en cuenta su idioma materno, su origen étnico, su religión, su género, sus relaciones familiares y sus experiencias relacionales personales y sociales.
- Será fundamental, sin duda, tener en cuenta el proyecto de vida de la persona, sus aspiraciones, sin olvidar, en particular en los casos de discapacidad sobrevenida, sus deseos y sus miedos en relación con su rol familiar, personal, profesional y social.
- Conocer mejor a la persona, conocer su contexto cultural y relacional, ayudará a determinar el modo en que su cultura incide en:
- sus preferencias y sus necesidades de comunicación;
- su interpretación y su comprensión de la forma en que se comunican otras personas;
- la forma en que se establece la interlocución.
A la hora de elaborar el perfil comunicativo de la persona, hay que tener presente que algunas de las barreras personales para la comunicación pueden ser muy evidentes y otras, en cambio, casi imperceptibles y, por lo tanto, difíciles de detectar y de compensar. En términos generales, dichas barreras pueden afectar a la capacidad de la persona para las siguientes funciones:
- Para entender o comprender lo que tratan de comunicar los demás, debido a:
- pérdida en la audición o de visión;
- dificultades de concentración y de memoria;
- limitaciones para la comprensión de la comunicación verbal y no verbal;
- deterioro de la capacidad de razonamiento;
- atención dispersa.
- Para expresarse, debido a:
- carencia de lenguaje y/o alternativas SAAC;
- problemas de articulación;
- dificultades para formar palabras o frases claramente;
- dificultades para dar con las palabras idóneas en cada caso;
- dificultades para poder concretar lo que se quiere decir.
- Para integrarse en un contexto comunicativo, debido, por ejemplo, a:
- la dificultad para integrarse en un grupo;
- la dificultad para responder a las demandas propias de las situaciones sociales;
- la dificultad para respetar normas, por ejemplo, problemas para respetar turnos de palabra en una conversación.
Algunas personas con dificultades de comunicación pueden recurrir a la comunicación de forma proactiva, es decir, que son capaces de iniciar la comunicación sin depender para ello del apoyo de otras personas, tienen un nivel de comprensión suficiente para hacerlo y la motivación necesaria, de modo que tienen cierto grado de autonomía en su comunicación. En la actualidad, gracias a las nuevas tecnologías para la información y la comunicación, esta autonomía es cada vez mayor y más frecuente. A pesar de ello, también pueden enfrentarse a barreras comunicativas si quienes les escuchan tienen dificultades para entender los medios y métodos que usan para comunicarse.
En otros casos, la existencia de barreras personales más complejas determina que la comunicación sea eminentemente reactiva: reaccionan a las situaciones en el momento en el que ocurren, y lo hacen, por lo general, mediante su lenguaje corporal y su expresión facial. Parte de esa comunicación reactiva puede ser intencional -la persona parece usarla como medio de comunicación-, y parte puede ser no intencional, es decir, un reflejo o reacción no consciente. En este último caso, las personas que les apoyan se verán en la necesidad de interpretar lo que desean comunicar. Puede resultar útil recurrir a formas sensoriales y creativas de comunicación e interacción.
Determinar el perfil personal de comunicación permitirá diseñar un programa de comunicación personalizado (no debemos olvidar que valoración e intervención son dos aspectos del mismo proceso). Para hacerlo es necesario valorar todos estos aspectos y para ello hay que recabar información.