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Cómo tratar la sexualidad en el marco de los servicios de apoyo

Masturbación inadecuada

Cualquier intervención debe partir de la consideración de que la masturbación es una conducta positiva y natural, y de que, por lo tanto, no se trata de suprimirla sino de conseguir que se practique de forma apropiada.

Ejemplos de masturbación problemática:

  • Masturbarse en público
  • Masturbarse de forma compulsiva
  • Ser incapaz de alcanzar el orgasmo:
    • por no utilizar la técnica de la forma adecuada;
    • por tener dificultades para tener una erección (en el caso de los hombres);
    • por vaginismo (en el caso de las mujeres);
    • etc.
  • Utilizar objetos inapropiados para la masturbación, que puedan constituir un riesgo para la salud.


Es esencial que exista una buena coordinación entre las y los profesionales y las familias, con el fin de que todas las actuaciones y respuestas ante las prácticas de masturbación sean consistentes, es decir, obedezcan a los mismos criterios. Para intervenir de forma efectiva, es importante conocer la causa concreta de la conducta inapropiada, y descubrir así qué es lo que realmente necesita la persona. Entre las causas que pueden llevar a una persona a tener una masturbación inadecuada están:

  • Desconocer los límites entre lo que es adecuado y lo que no lo es.
  • Estar ansioso/a o aburrido/a.
  • Tener molestias genitales, provocadas por infecciones, irritaciones o rozamientos con algunas prendas.
  • Buscar la atención de los demás.
  • Repetir algo aprendido en situaciones de abuso sexual.
  • No poder o saber masturbarse bien por:
    • utilizar una técnica inadecuada
    • falta de aprendizaje
    • falta de estimulación adecuada
    • falta de privacidad
    • sentimientos de culpa
    • limitaciones físicas
    • efectos de la medicación


Muchas personas con discapacidad han visto muy limitado su derecho a la privacidad, lo que hace muy difícil, o casi imposible en algunos casos, que establezcan distinciones entre las conductas que pueden desarrollar en los diferentes ámbitos de la vida: en la esfera pública, en la esfera privada y en la esfera íntima. De modo que, a veces, puede resultar más eficaz, en lugar de tratar constantemente de evitar que una persona con discapacidad se masturbe en público, ofrecerle un lugar y un tiempo de privacidad para hacerlo. Es importante definir el lugar en el que se considera que la conducta puede permitirse. Se tratará en todos los casos de lugares pertenecientes a la esfera íntima, como pueden ser los baños o los dormitorios, siempre que no sean compartidos. En los casos en los que la persona no disponga de un baño o de un dormitorio independiente, el centro deberá encargarse de enseñarle en qué momentos puede utilizar esos espacios para masturbarse o también proporcionarle un espacio privado alternativo en el que poder hacerlo.

En función de las habilidades comunicativas de la persona, podrán utilizarse diferentes fórmulas para ayudarle a entender dónde puede masturbarse y dónde no. Por ejemplo:

  • En muchos casos, puede bastar con nombrarle los lugares y momentos adecuados para hacerlo.
  • Otras veces, conviene delimitar los espacios apropiados mediante una línea de un determinado color, marcada en el suelo o recurriendo a otro tipo de elementos visuales.
  • Intervenir físicamente para llevar a la persona a un lugar privado cuando empiece a masturbarse.
  • Utilizar estrategias de distracción, que orienten a la persona hacia actividades incompatibles con la masturbación.


Tradicionalmente se ha mantenido, en lo referente a la sexualidad de las personas con discapacidad, la idea de que presentan una sexualidad incontrolada y excesiva, a pesar de que, simultáneamente, también se haya sostenido la idea de las personas con discapacidad como seres asexuados. Sin duda, las prácticas inadecuadas de masturbación han contribuido al mito de una pulsión sexual exacerbada y, en buena parte, se deben a la ineficacia en su práctica. En efecto, algunas personas con discapacidad pueden enfrentarse a importantes dificultades para satisfacerse, bien debido a sus limitaciones físicas o intelectuales, o también por la falta de formación e información adecuadas. Estas dificultades o carencias les pueden llevar a necesitar mucho tiempo para alcanzar el orgasmo o también, al no conseguir satisfacerse, practicar la masturbación continuamente en la esperanza de alcanzarlo, contribuyendo así a fomentar el mito sobre su insaciabilidad sexual.

De ahí que resulte indispensable que la educación sexual incluya la masturbación entre sus contenidos, máxime teniendo en cuenta que para muchas personas con discapacidad puede constituir el único recurso disponible para satisfacer sus necesidades sexuales. Una buena formación les ayudará doblemente: les ayudará a aprender las técnicas y a saber qué tipo de objetos pueden utilizar para masturbarse y en qué condiciones higiénicas deben estar para evitar riesgos, pero también les prestará el apoyo y los recursos necesarios para superar miedos, barreras y sentimientos de culpa.

En los casos en los que las dificultades para masturbarse se deriven de limitaciones físicas, solventarlas puede resultar más problemático:

  • Cuando se asocian a problemas de movilidad, la ayuda de un asistente personal o los servicios de un asistente sexual puede ser una alternativa (véase Anexo 3).
  • Cuando se deriven de la medicación, convendrá que el médico considere la posibilidad de adaptar el tratamiento de forma que pueda disfrutar de una sexualidad placentera.
  • Cuando se deriven de enfermedades o discapacidades susceptibles de originar problemas de impotencia, como la esclerosis múltiple o la espina bífida, convendrá que el médico considere la posibilidad de recurrir a fármacos que potencien la erección.
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