El ingreso en un servicio residencial es una decisión de gran importancia en la vida de una persona y tiene un fuerte impacto en su estilo de vida. De ahí que resulte indispensable prestar a la persona que ingresa y a su entorno inmediato, los apoyos que puedan resultar más idóneos para facilitar esa transición, tanto con carácter previo al ingreso como durante el periodo inicial de adaptación a la vida en el servicio residencial.
Pautas de Buenas Prácticas para favorecer que el ingreso transcurra en las mejores condiciones
No existe la receta perfecta para garantizar una buena salida del domicilio familiar; cada caso es único y requiere una atención específica y personalizada a lo largo de todo el proceso, tanto en el diseño y la prestación de los apoyos a la persona como en el diseño y la prestación de los apoyos a la familia. Con todo, lo que sí puede afirmarse, con carácter general, es que existen mayores probabilidades de que el proceso transcurra con cierta naturalidad en las mejores condiciones y sin excesivas dificultades cuando se dan todas o algunas de las siguientes circunstancias:
Tanto el impacto del ingreso residencial como la definición y articulación de los apoyos más idóneos varían en función del tipo de ingreso del que se trate y de las razones que lo hayan determinado. Desde este punto de vista, y con carácter general, pueden diferenciarse dos tipos de ingreso residencial:
Cada uno de ellos se describe en las fichas siguientes.