Los sentidos nos sirven para obtener información del mundo que nos rodea y nos ayudan a conocer nuestro entorno físico, a conocernos a nosotros mismos y a relacionarnos con otras personas. Las deficiencias sensoriales se producen cuando cualquiera de los cinco sentidos -visión, audición, olfato, tacto y gusto- no funciona adecuadamente, aunque las más importantes, por su impacto en la autonomía, son las asociadas a la visión y a la audición.
Ante una situación en la que existen o se sospecha que existen problemas de visión y/o audición es imprescindible realizar un diagnóstico que permita definirlos y dimensionarlos y, en su caso, arbitrar y garantizar la atención especializada que corresponda, así como facilitar el acceso a los productos de apoyo más idóneos.
En relación con el diagnóstico, debe tenerse muy en cuenta que interesa interpretar con cautela los resultados de los tests convencionales de visión y audición, porque no siempre son adecuados para detectar con precisión si una persona es capaz de hacer un uso total de sus facultades auditivas o visuales, especialmente cuando existen limitaciones de movilidad o de comunicación que restringen considerablemente la gama de indicios que podrían llevar a sospechar una discapacidad sensorial.