Muchas de nuestras acciones no son el resultado de un pensamiento racional, sino de estados afectivos; de hecho, algunas de las decisiones más importantes de nuestras vidas (profesión, pareja, etc.) están fuertemente condicionadas por nuestra afectividad.
Las funciones psicoafectivas son aquellas que nos permiten la interpretación subjetiva de la información que recibimos del medio en que vivimos, de uno mismo y de los demás. La palabra afecto hace referencia a un patrón de conductas observables que son la expresión de los sentimientos experimentados subjetivamente o emociones. Son aquellas que dan un tono vital a toda esa información que manejamos constantemente. Son las que hacen que nos sintamos bien o mal, tristes o alegres, dinámicos y con energía o cansados, o también deprimidos sin razón aparente, nerviosos o relajados.
Al hablar de funcionamiento psicoafectivo hacemos referencia al sentimiento subjetivo, a las variables de personalidad y a los comportamientos relacionados con el continuo del estado de ánimo en la relación con uno mismo, con los demás y con el entorno. Hace referencia a la forma en que nos afecta personalmente y a la manera en que asumimos y afrontamos la interacción con el medio, la capacidad de adaptación y afrontamiento de las exigencias ambientales.
Lo racional y lo emocional están fuertemente imbricados y participan de todas nuestras decisiones:
Puede decirse que existe una unidad esencial de la vida psíquica y que no existen facultades con entidad propia. La afectividad origina la mayoría de las conductas y condiciona las demás, lo que la convierte en el motor del comportamiento humano.
Cuatro características básicas permiten delimitar la afectividad
Tiene especial relevancia la vinculación afectiva. A lo largo de nuestra vida, los seres humanos necesitamos personas en las que poder confiar, que nos cuiden y que nos quieran -es el papel de la familia, de la pareja y de los amigos- y, a la vez, representamos esa figura de apego para otras personas: la combinación de ambos roles es la que determina el equilibrio personal.