Cuando la conducta puede llegar a ser peligrosa para la propia persona o para quienes le rodean, o bien dificulta su participación en actividades, no conviene ignorarla.
En este caso, es adecuado considerar la posibilidad de redirigir a la persona hacia alguna actividad que tenga a mano. En ocasiones, este cambio puede ser suficiente si lo hacemos ante los primeros indicios o signos de que se acerca un episodio de crisis.
Ejemplo: