La realización de las actividades cotidianas: vestirse, conversar, cocinar, poner la mesa, leer, pintar, cuidar plantas, escribir, organizar o reparar objetos, manejar el dinero ordenar un armario, hacer la lista de la compra o ir a la compra y muchas más, suponen una fuente potentísima de estimulación para la persona.
- Suelen ser actividades muy significativas para las personas. Porque forman parte de nuestro modo de vida. Además, con ellas, se ejercitan y fortalecen habilidades funcionales, cognitivas y relacionales.
- La idea es proponer actividades adaptadas a las capacidades, ritmos y deseos de cada persona.
- Las actividades de la vida diaria son una fuente de estimulación que no debemos pasar por alto, incluso pueden servir de espacios para proponer planes terapéuticos concretos.
- Para poder estimular a las personas desde las actividades cotidianas debemos:
- Desde la valoración interdisciplinar, conocer y apoyar a cada persona. Para ello:
- Partir de su historia de vida. Conocer su modo de vida y sus intereses.
- Conocer/observar sus capacidades y preferencias.
- Identificar las reacciones ante la propuesta de nuevas actividades.
- Establecer los apoyos para iniciar, desarrollar y/o mantener una determinada actividad.
- Observar las respuestas (miradas, gestos) delas personas con un menor repertorio comunicativo. Ver en qué actividades y tareas puede participar y qué apoyos necesita.
- Analizar cada actividad:
- Identificar las distintas tareas.
- Dividir cada tarea en una serie de pasos secuenciados y acciones que la componen.
- Identificar las acciones y habilidades que se requieren en cada paso.
- Ver en qué acciones o momentos la persona se puede incorporar y qué apoyos precisa.