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Apoyos para la alimentación

  • Cuando las personas necesitan ayuda para comer es fundamental articular los apoyos más idóneos para responder a sus necesidades individuales: tener en cuenta sus hábitos alimentarios, sus preferencias, su grado de autonomía y su capacidad de decisión a la hora de optar por unas u otras pautas de alimentación.
  • En todo caso, debe recurrirse a estrategias que mantengan o incrementen, en lo posible, su autonomía y su implicación directa:
    • Tratar a las personas de acuerdo con su edad.
    • Respetar su ritmo y darles tiempo para oler, probar y tocar (en los casos en los que sea apropiado) la comida que se les sirve.
    • Prever un tiempo suficiente para que puedan comer con tranquilidad y, en lo posible, hacer un rato de sobremesa. Es importante que la comida sea una actividad agradable y relajada porque puede incidir en una mejoría en el apetito.
    • Servir los alimentos a la temperatura adecuada, ni demasiado fría ni muy caliente (conviene tener especial cuidado cuando la comida se caliente en microondas).
    • Si la persona no tiene muy buena sensibilidad en la lengua o en la boca, comprobar la temperatura del alimento antes de dárselo, para evitar quemaduras.
    • Ajustar la cantidad de alimento servido a las necesidades y/o gustos de la persona usuaria.
    • Estimularla al máximo para que haga todo lo que pueda de forma independiente, proporcionándole los productos de apoyo que resulten más idóneos en cada caso: cubiertos con mangos especiales de diferente grosor, peso, longitud; platos y vasos antideslizantes; etc.
    • Asegurarse de que la persona pueda ver la comida en el plato: conviene que la comida contraste con el color del plato.
    • Asegurarse de que la persona tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia delante, para evitar atragantamientos.
    • Si la persona puede sostener el tenedor o la cuchara, sentarse a su lado y colocar la mano debajo de la suya para ayudarle con el movimiento.
    • Si la persona necesita que le den de comer, sentarse enfrente de ella y, en lo posible, colocarse a una altura ligeramente inferior, ir explicando lo que se va a hacer y, si fuera necesario, recordarle que mastique o trague. 
    • Si la persona tiene problemas de impulsividad, prever cierto control del entorno: retirar determinados objetos, colocar los utensilios en el orden en el que deben ser utilizados, etc.
    • En el caso de personas que necesiten ayuda para limitar sus movimientos y mantenerse sentadas adecuadamente, articular las medidas de apoyo más idóneas: por ejemplo, unir la mesa y la silla, poner la silla contra la pared, incorporar un soporte de metacrilato en las sillas de ruedas, etc.).
    • Dar prioridad al uso de servilletas, evitando en lo posible el uso de baberos o batas.
    • Si la persona rechaza la comida, verificar si se debe a alguna dolencia (por ejemplo, conviene verificar que no tiene llagas en la lengua o la boca); descartada una causa de ese tipo, intentar despertar su apetito: evitar elementos que puedan distraerle, optar por ir poniendo pequeñas cantidades en el plato en lugar de la ración completa.
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