La infección cerebral se produce como resultado de un contagio por agentes externos al cerebro: virus, bacterias, hongos o amebas. Como se ha indicado al comienzo de la guía, el cerebro es un órgano con gran resistencia a las infecciones gracias a la protección ofrecida por el cráneo, la barrera hematoencefálica y el líquido cefalorraquídeo, pero si la infección logra penetrar, las consecuencias son habitualmente muy graves.
Las infecciones cerebrales pueden afectar:
Al propio cerebro: encefalitis.
A las membranas protectoras del cerebro: meningitis.