Es indispensable permanecer atentos al estado de salud física de las personas con discapacidad a las que prestamos apoyo. Algunas son más vulnerables a determinadas enfermedades: epilepsia, disfunciones tiroideas, problemas digestivos, infecciones respiratorias, infecciones urinarias, etc. También hay que estar atento a las posibles perdidas de visión y audición. Cuando hay pérdida de sensibilidad hay que estar especialmente atento a la aparición de escaras que, de otro modo, pueden pasar desapercibidas hasta que están en un estado muy avanzado. En algunos casos, además, pueden tener dificultades para detectar por sí mismas que padecen problemas de salud o para informar al personal de apoyo de que los padecen; pueden tener también dificultades para darse cuenta de las ventajas que una dieta equilibrada y algo de ejercicio pueden tener sobre su estado de salud general. Sin duda, en determinados casos, también puede resultarles difícil establecer el nexo entre tener una buena salud física y tener una buena salud mental.
Es fundamental, por lo tanto, prestar más atención a la educación para la salud, e integrar este elemento en la Planificación Esencial del Estilo de Vida, además de prever, en contacto con el médico de familia correspondiente, los chequeos médicos más idóneos para prevenir la aparición de determinadas enfermedades o garantizar su detección precoz; en particular, es necesario cuidar de que se realicen, de forma regular, revisiones de la audición y de la visión, así como revisiones dentales.
Es importante también, integrar en la Planificación Esencial del Estilo de Vida un programa de actividad física conforme a las capacidades de cada persona, con el fin de que tome conciencia de que tanto la buena alimentación como el ejercicio, contribuyen a su bienestar físico y emocional.