1. Acogida
Las principales tareas a desarrollar durante la fase de acogida son las siguientes:
Diagnosticar la situación de crisis y la fase en la que se encuentra.
Provocar el compromiso de la persona con la solución del problema, con relación a los fines que se han definido juntos/as y sobre los que se han puesto de acuerdo
Determinar los objetivos de trabajo a partir de aquello que se piensa que puede ser más fácilmente modificado en la situación interna o externa de la persona, lo que produce una disminución de la ansiedad.
En este modelo la primera entrevista cobra una importancia especial. La primera de las razones es el poco tiempo del que se dispone para intervenir en los límites de la crisis. Otra de las causas es la sensibilidad exacerbada que presenta la persona.En consecuencia, el estudio social y el diagnóstico provisional deberán ser hechos desde la primera entrevista, de manera que la intervención sea emprendida inmediatamente.
Alguna de las constantes metodológicas a tener en cuenta durante esta fase inicial son:
2. Cierre de la intervención
La finalización de la intervención es un elemento importante de la teoría de la crisis.La intervención debe intentar llevar a la persona al punto en que ella pueda retomar su proceso de crecimiento normal. La intervención que va más allá de este punto interfiere el potencial de crecimiento normal (lo que se conoce por infantilización) e induce a la persona a seguir dependiendo del/ de la profesional que le presta su ayuda. Esta dependencia es justo lo que la intervención desde este enfoque quiere evitar.
Para ello, durante los últimos encuentros, la figura experta realiza un balance de todo lo que han hecho juntas y se prevé lo que aún queda por hacer. Así se asegura de que la persona está capacitada para hacerlo, le ayuda a establecer la relación entre lo que acaba de conseguir y su capacidad para controlar otras situaciones difíciles.
En lo que concierne a la duración de la intervención, en ciertos casos, está planificada desde la primera entrevista; en otros, está estrechamente ligada al objetivo propuesto, finalizando cuando el objetivo definido con precisión haya sido alcanzado; en otros casos, aún se considera que la intervención termina cuando la persona comienza a encontrar soluciones a sus problemas y a percibir nuevas formas de funcionamiento.
La intervención en situación de crisis confía en el poder de recuperación natural de las personas. Es más fácil abordar la terminación de una intervención si se apoya en la visión de que en la vida de cada persona hay períodos de funcionamiento inadaptado y adaptado. La intervención profesional puede, por tanto, ser necesaria en ciertas etapas de la vida. Desde esta perspectiva, los servicios deben tener una política de puerta abierta y una forma de finalizar la intervención que invite a las personas a volver en otra ocasión, cuando sientan la necesidad.