La situación crítica que viven los progenitores les hace acudir a los servicios cansados y sobrecargados. Por lo tanto, es recomendable iniciar un proceso de acomodación antes de indagar sobre la violencia, con el objetivo de que puedan sentirse escuchados.
Es muy importante explorar esta área ya que las madres y padres son la parte olvidada de la intervención, que habitualmente se centra en los/as hijos/as agresores/as.
La proporción de madres solteras, separadas y divorciadas es significativa, por lo tanto es muy alta la probabilidad de que se encuentren solas educando a sus hijos/as. Cuando conviven ambos progenitores, las madres igualmente suelen tomar mayor responsabilidad en la educación de sus hijos/as lo que les genera sentimientos de culpa por el mal comportamiento de éstos/as, quedando atrapadas en la relación. No hay que olvidar la dificultad añadida de conciliar vida laboral y familiar.
Por lo tanto, es necesario trabajar de manera más individualizada y conocer los ámbitos en los que se desenvuelven (social, familiar, laboral). Asímismo, comenzar a explorar sobre aspectos no relacionados directamente con la violencia facilita conectar con los progenitores y disminuir la tensión.