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Pertsona adinduen mugikortasunerako sostenguak

Mugikortasunaren sostengurako produktuak

En determinados supuestos, para facilitar y posibilitar la movilidad puede ser necesario utilizar productos de apoyo. Es el caso, por ejemplo:

  • cuando una persona tiene poca estabilidad al andar;
  • cuando tiene dificultad para ponerse de pie o para mantenerse en pie;
  • cuando está débil y presenta rigidez en las articulaciones;
  • cuando siente dolor al andar;
  • cuando presenta cierta tendencia a perder el equilibrio cuando camina sobre un suelo irregular;
  • cuando ha sufrido caídas frecuentes;
  • cuando tiene problemas posturales;
  • cuando toma ciertas medicaciones que pueden reducir su movilidad (sedantes);
  • cuando la persona presenta limitación del movimiento (plejias).


A la hora de adquirir un producto de apoyo, es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • La existencia de espacio suficiente para utilizarlo.
  • La habilidad de la persona para utilizarlo correctamente.
  • La necesidad de entrenamiento o de adaptaciones específicas para manejarla adecuadamente.
  • El tipo de uso que se va a hacer del producto de apoyo, en particular si se va a utilizar en el interior o en el exterior


Antes de adquirir un producto de apoyo conviene asesorarse con una o un especialista en esta materia -terapeuta ocupacional o fisioterapeuta-, ya que es necesario hacer una buena valoración de la persona para determinar qué producto puede ser el apropiado y para realizar las adaptaciones necesarias. Conviene, además, probar diferentes tipos de productos para dar con el que mejor se ajuste a las necesidades de la persona y a las posibilidades y características del medio.

Es importante tener presente que los productos de apoyo se caracterizan por esa individualidad; no deben considerarse elementos de uso compartido por quienes son usuarias de un mismo servicio, independientemente de que respondan a necesidades muy similares.

Existen multitud de productos de apoyo que pueden resultar muy útiles. No es posible aquí referirlos todos, pero conviene tener presente que es un ámbito que se encuentra en constante evolución y que el mercado ofrece muchos productos que pueden resultar de utilidad. Conviene prestar atención a las novedades y consultar periódicamente versiones actualizadas de los catálogos de productos.


Productos de Apoyo para la Marcha
 

  • Bastones
    • Los bastones pueden ser de madera o de metal, de longitud fija o ajustable; en todo caso, la longitud del bastón debe ser la adecuada para la persona que va a utilizarlo, teniendo en cuenta al determinarla que el grado de flexión del codo debe ser de 30º. Se puede usar un único bastón o utilizarse simultáneamente dos bastones; si sólo se utiliza uno, debe llevarse con la mano opuesta a la pierna más frágil. Para agarrar bien el bastón, existen mangos especialmente adaptados, equipados con un molde de goma con la forma de los dedos, que facilitan el agarre.
    • Es indispensable revisar periódicamente el estado en el que se encuentran los topes de goma de los bastones porque pueden desgastarse con mucha rapidez cuando la persona se apoya mucho y es necesario cambiarlos antes de que el desgaste pueda suponer un riesgo.
       
  • Muletas y bastones de 3 o 4 apoyos.
    • Existen también muletas o bastones con tres o cuatro apoyos. Distribuyen mejor el peso corporal y permiten un mayor apoyo, de modo que su uso es bastante frecuente. Con todo, no son fáciles de utilizar, así que cuando obedecen a una necesidad temporal, suele ser preferible, sobre todo si la persona es mayor, recurrir a un andador.
       
  • Andadores. 
    • Existen diferentes tipos de andadores:
      • El andador con apoyo en antebrazo. En este tipo de andador, la persona se apoya en el armazón y empuja hacia adelante. Está particularmente indicado cuando la persona necesita apoyarse mucho para andar. Generalmente es más grande que los anteriores, lo que dificulta su utilización en entornos domésticos ordinarios.
      • El andador con ruedas. Tiene pequeñas ruedas en la parte frontal y se empuja hacia delante o hacia atrás, en lugar de tener que levantarlo, como en el caso del andador estándar. Suele ser útil para quienes tienen poco equilibrio o para quienes no pueden levantar el andador al dar cada paso porque no tienen fuerza suficiente en los brazos.
      • El andador estándar. Existe en diferentes tamaños (pequeño, mediano y grande) y puede tener una altura fija o ajustable. Es importante que la altura sea la adecuada para la persona que lo utiliza. El andador puede tener una base ancha o estrecha; en el ámbito doméstico, suele resultar más cómoda la base estrecha, salvo cuando la persona presenta mucha inestabilidad.
    • Al igual que en el caso de los bastones, es indispensable revisar periódicamente el estado en el que se encuentran los topes de goma de los andadores porque pueden desgastarse con mucha rapidez cuando la persona se apoya mucho y es necesario cambiarlos antes de que el desgaste pueda suponer un riesgo.
    • Las tuercas de los andadores pueden aflojarse con el tiempo así que conviene revisarlas periódicamente para asegurarse de que están bien apretadas.
       
  • Sillas de ruedas.
    • Utilidad: la silla de ruedas tiene una doble utilidad y es preciso que resulte adecuada para ambas funciones:
      • por un lado, sirve para desplazarse;
      • por otro, debe servir también para que la persona permanezca sentada en una posición correcta, mediante un respaldo ajustable y otra serie de accesorios destinados a un mayor confort pero también a un adecuado posicionamiento y a una mayor estabilidad.
    • Tipos de sillas: existen muy diversos tipos de sillas de ruedas, pero la clasificación básica, contenida en la norma ISO 9999-2007 sobre Productos de Apoyo para Personas con Discapacidad, diferencia tres grandes tipos:
      • Silla de ruedas manual autopropulsable. Está equipada con dos grandes ruedas traseras que permiten a la persona que la utiliza manejarla de forma autónoma.
      • Silla de ruedas manual no autopropulsable. No está diseñada para que la pueda manejar la propia persona usuaria sino para ser empujada por otra persona; está dotada de cuatro ruedas pequeñas.
      • Silla de ruedas de propulsión motorizada. Puede destinarse a su uso en el interior, en el exterior o en ambos. Las destinadas al uso en el interior están pensadas para poder recorrer pequeñas distancias dentro de la vivienda, pero no para subir cuestas o para desplazarse sobre un terreno irregular, de modo que, al adquirirla, conviene tener muy presente cuál va a ser el uso que se va a hacer de ella.
    • Aspectos a tener en cuenta al adquirir una silla de ruedas: a la hora de adquirir una silla de ruedas conviene valorar los siguientes aspectos:
      • Capacidad y habilidad de la persona:
        • Verificar si podrá manejar la silla de ruedas autónomamente o si requerirá algún tipo de ayuda o apoyo.
        • Verificar si podría manejar una silla eléctrica.
        • Verificar si serían necesarias determinadas adaptaciones dentro del servicio para que la persona pudiera hacer uso de la silla de ruedas.
        • Verificar si la persona será capaz de manejar la silla de forma segura: maniobrar bien, frenar a tiempo, etc. Si la persona no es capaz, se realizará un entrenamiento y se valorará si con este adquiere la capacidad necesaria.
        • Verificar si la silla de ruedas precisa de adaptaciones específicas que se ajusten mejor a las necesidades: por ejemplo, respaldo reclinable, antebrazos especiales, elevador de pies.
        • Verificar que las dimensiones de la silla se adecuan bien a la persona usuaria.
      • Lugar en el que va a utilizarse la silla de ruedas:
        • Determinar si se va a usar en el interior o en el exterior, en particular teniendo presente que, por lo general, las sillas con ruedas grandes son más aptas para circular por las vías públicas porque soportan y amortiguan las irregularidades del terreno, mientras que las de ruedas pequeñas son más fáciles de manejar en el interior de una vivienda.
        • En caso de que vaya a utilizarse en el exterior, verificar, en particular, qué tipo de suelo hay en el entorno inmediato del servicio residencial, si hay desniveles, escalones, escaleras.
        • Si es para uso interior, verificar los elementos básicos de accesibilidad, en particular:
          • si el acceso al edificio está adaptado;
          • si existe un ascensor de anchura adecuada;
          • si la anchura de las puertas es la adecuada;
          • si la anchura de los pasillos permite el giro de la silla;
          • si hay suficiente espacio en la habitación y en el baño;
          • si hay alfombras o moquetas que podrían dificultar el movimiento de la silla;
          • si será necesario hacer algún tipo de adaptación del entorno.
        • Prever si la persona necesitará la silla de forma constante, durante largos períodos de tiempo o sólo de forma intermitente.
        • Verificar si puede ser necesario transportar la silla en el maletero de un coche.
    • Seguridad y mantenimiento: es fundamental mantener la silla de ruedas en buen estado de conservación para que pueda utilizarse con seguridad. Las siguientes pautas de mantenimiento deberían aplicarse al menos una vez por semana:
      • Ruedas. Deben mantenerse bien infladas, debiendo notarse firmes y duras cuando se presiona con el pulgar; si la rueda no está lo suficientemente inflada, los mecanismos de freno no funcionan correctamente.
      • Frenos. Es necesario revisarlos regularmente para asegurarse de que funcionan bien, incluso en cuestas. Es necesario también verificar si las tuercas que sujetan los mecanismos de freno están bien apretadas.
      • Reposapiés. Es necesario verificar que se manejan con facilidad para plegarlos y sacarlos de los pivotes en los que van encajados, y asegurarse de que se calan bien en esos pivotes.
      • Respaldo y asiento. Es necesario verificar que el respaldo y el asiento no presentan ningún desgarro o zona desgastada.
      • Cinchas o correas de seguridad. Es necesario revisar si presentan alguna zona deshilachada, desgastada o desgarrada y que las hebillas funcionan bien.
      • Antivuelcos. Los antivuelcos deben estar bien fijados en todo momento, de modo que conviene revisarlos sistemáticamente.
      • Baterías. En el caso de las sillas de ruedas eléctricas, es necesario también revisar las baterías y asegurarse de que se encuentran cargadas.
      • Limpieza. Debe limpiarse regularmente la silla. La limpieza de la silla es muy importante para la imagen de la persona que la usa.
    • Pautas de utilización: es necesario aplicar algunas medidas que garanticen que la persona mayor puede hacer uso de la silla en condiciones de seguridad. Estas son algunas de las más básicas:
      • Frenos. Hay que poner el freno siempre que la silla esté parada, en particular cuando la persona usuaria esté transfiriéndose a la silla o desde la silla. Las y los profesionales de apoyo debemos responsabilizarnos de ello, tanto cuando es el propio personal quien maneja la silla como cuando es la persona usuaria.
      • Reposapiés. La mayoría de las sillas de ruedas tienen reposapiés que pueden quitarse de la silla o plegarse para que la persona pueda levantarse de la silla sin peligro de tropezarse. Es fundamental acordarse de plegar o retirar los reposapiés antes de que la persona se transfiera a la silla o desde la silla, para evitar el peligro de engancharse o tropezarse. Una vez que la persona se ha sentado en la posición correcta, hay que acordarse de volver a colocarlos antes de mover la silla para evitar accidentes, ya que si no se ponen, se corre el peligro de que rocen los pies con las irregularidades del suelo, los escalones, etc. y se lesione.
      • Cinchas o correas de seguridad. Si la silla tiene correas de seguridad, conviene utilizarlas, al menos siempre que la silla se desplace sobre un terreno irregular o baje una cuesta. Si una persona tiene problemas de equilibrio, espasmos, epilepsia, u otras afecciones de este tipo, necesita utilizar de forma habitual una correa o cinturón de seguridad en la silla. También puede ser necesario recurrir a chalecos o bragueros como forma de sujeción.
      • Confort. Muchas sillas de ruedas no son particularmente cómodas, porque no están diseñadas para uso permamente sino sólo para realizar traslados. En estos casos, no es recomendable que la persona permanezca sentada en la silla durante períodos de tiempo prolongados. Si la persona presenta el riesgo de tener úlceras o escaras por presión, tiene mala circulación, la piel muy frágil o es muy delgada y huesuda, conviene adquirir un cojín especialmente diseñado para evitar el exceso de presión en determinadas zonas; si tiene deformidades del aparato locomotor precisará un asiento y un respaldo u otras adaptaciones adecuadas a sus necesidades, como por ejemplo, un asiento con molde de su cuerpo.
      • Forma de empujar una silla de ruedas. No es fácil empujar una silla de ruedas, particularmente si el terreno es irregular o si hay desniveles. Las sillas cuentan en la parte trasera inferior con unas barras que permiten a quien la conduce apoyar los pies para hacer presión y levantar la parte delantera de la silla para subir o bajar escalones. A la hora de bajar cuestas, lo correcto es situarse de espaldas a las rampas y por detrás de la silla.
         
  • Zapatos ortopédicos
    • Calzado adaptado a diferentes trastornos o patologías de los pies.

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